lunes, 15 de junio de 2009

alarmada

Si hay algo que odio en la vida es la alarma de los autos. No hay escapatoria. Suena sostenidamente y sin un objetivo preciso. Nada podemos hacer por evitarlo. Hace algunas noches una alarma se disparó. Primero sonó previsiblemente como una sirena, pero luego alternó sus aullidos con fragmentos de la canción de “El Llanero solitario”. Ciertamente, algo del orden de lo inverosímil.

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