Si hay algo que odio en la vida es que un aparato presumiblemente averiado funcione de manera impecable ante el service que una se ha tomado la molestia de recibir el sábado a las siete y media de la mañana, luego de haber esperado por él, cual princesa a príncipe valiente, el jueves y el viernes en ese mismo rango horario. Mi lavarropas representa un caso típico de esa mala disposición objetual. Aún hoy, cada vez que me siento sobre él para que centrifugue, recuerdo su provocadora eficacia frente al señor técnico.
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odio la insubordinación de los electrodomésticos. los muy perros se hacen sistemáticamente los lindos frente al señor del service, los odio, los odio!
ResponderEliminarEl señor del service sabe dónde está el boton de encendido. Besos.
ResponderEliminarM
¿El botón de qué?
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