Si hay algo que odio en la vida es el farolito del balcón de enfrente. No termino de comprender por qué, pero un vecino –completo desconocido habitante de la nueva torre que me zamparon en la ventana– insiste en iluminar inútilmente el balcón durante toda la noche. Increíble y desgraciadamente, si dejo la persiana entreabierta como prefiero, el haz de luz del farolito se deposita justo en la cabecera de mi cama. Me acuesto y me encandilo. Odio al vecino, a la torre y al improcedente farol.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pensá en la canción de Ricardo Montaner: "Iluminada y eterna enfurecida y tranquila
ResponderEliminarSobre una alfombra de hierba vas volando dormida
Con una estrella fugaz te confundí la otra noche
Y te pedí tres deseos mientras duraba tú luz..."
Besos, G
Y continúo: "déjame llorar, déjame llorar". Y más concretamente: dejame dormir.
ResponderEliminares que usté no entiende, Sihayalgo. dejar el farolito del balcón prendido es PRO: te PROtege del hombre araña. es por razones de seguridá.
ResponderEliminarTengo una gomera-rulero y "buluquitas". Avisá.
ResponderEliminarM
Me parece que voy a necesitar tu gomera, M.
ResponderEliminar