Si hay algo que odio en la vida es golpearme la cabeza. Este tipo de golpe, además de resultar especialmente atontador de la percepción, pone francamente de manifiesto la propia torpeza. Una no ha visto lo que efectivamente estaba muy cerca. Odio –aunque no sin cierta simpatía– las puertas de las alacenas y el techo de los micros.
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Sihayalgo se anda golpeando con el techo de los micros? Estamos pegando el estirón??
ResponderEliminarYo me identifico con el golpe de la alacena (y con el respectivo odio, porsupu), muy común entre quienes tenemos estatura suficiente para recibirlo pero no siempre para tener la puerta dentro de nuestro campo visual.
Me despido celebrando su actitú proactiva (viene odiando más seguido nuevamente). Siga así.
La parte bajita del techo de los micros, esa donde ponés los bolsos. Siempre me la doy. Al menos una vez por viaje. Y dicho sea de paso, hoy estando en la sala silenciosa de una biblioteca, me dí la cabeza contra la mesa. Me miró todo el mundo.
ResponderEliminarCómo es que te diste la cabeza contra una mesa?
ResponderEliminarCon mucho talento, evidentemente.
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